La prueba más antigua que se conoce del uso de zanahorias por parte de
humanos, en Afganistán, data del año 3.000 a. C. Aquellas zanahorias
eran de color púrpura por fuera y amarillas por dentro. Más tarde,
cuando los comerciantes árabes extendieron la semilla de zanahoria por
Asia, África y Arabia, surgieron variedades con diferentes tonos de
púrpura, blanco, amarillo, verdes e incluso negro.
Por cierto, lo de que las zanahorias nos ayudan a mejorar nuestra visión
en la oscuridad es un mito. La carencia de vitamina A puede provocar
ceguera nocturna, pero la zanahoria tampoco es que tenga mucha vitamina
A: antes habría que consumir albaricoques, arándanos, espinacas y otras
verduras de hoja verde oscuro.
Pero por mucho que comáis de todo esto, no acabaréis teniendo una
visión nocturna de gato; si acaso, después de mucha zanahoria,
conseguiréis que vuestra piel luzca naranja (por ello se recomienda para
mejorar el bronceado). El mito proviene de un secreto militar.